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Consagrados al Amor y al Servicio

(VIDEO) Mons. José Rafael Quirós Quirós, Arzobispo Metropolitano


Con la fiesta litúrgica de la Presentación del Señor, el pasado 2 de febrero, celebraremos la XXV Jornada de la Vida Consagrada con la que agradecemos al Señor que "a lo largo de los siglos nunca han faltado hombres y mujeres que, dóciles a la llamada del Padre y a la moción del Espíritu, han elegido este camino de especial seguimiento de Cristo, para dedicarse a Él con corazón «indiviso» (cf. 1 Co 7, 34)".[1]

En efecto, la vida consagrada, afianzada en el ejemplo y la enseñanza de Cristo el Señor, es un don de Dios Padre a su Iglesia por medio del Espíritu. "Con la profesión de los consejos evangélicos los rasgos característicos de Jesús (?) tienen una típica y permanente «visibilidad» en medio del mundo, y la mirada de los fieles es atraída hacia el misterio del Reino de Dios que ya actúa en la historia, pero espera su plena realización en el cielo".[2]

El regalo del Señor a la Iglesia en los carismas que estos hermanos y hermanas viven, manifiestan el cuidado del Señor en favor de todos y así lo ha manifestado el Papa Francisco al recordar que ellos, ?movidos por el amor incondicional a Cristo y a la humanidad, sobre todo a los pobres y sufrientes, están llamados a reproducir en diversas formas "vírgenes consagradas, viudas, ermitaños, monjes y religiosos "la vida terrenal de Jesús: casto, pobre y obediente".[3]

En medio de un mundo que tiene su mirada fija en lo terrenal, nuestros hermanos consagrados aspiran a lo trascendente constituyéndose en una enseñanza vital de cómo responder, con generosidad y radicalidad, al Dios que nos lo ha entregado todo. Es repetir con la propia vida, lo que salmo proclama: ?Más deseables que el oro y las piedras preciosas, las normas del Señor, y más dulces que la miel de un panal que gotea.? 

En el contexto del Jubileo nacional con motivo del I Centenario de la Provincia Eclesiástica y, por tanto, de nuestra Arquidiócesis, esta conmemoración adquiere un especial significado por cuanto nos permite agradecer a Dios todo lo que de Él hemos recibido, a través de las distintas expresiones de vida consagrada. Desde el inicio de nuestra historia patria, la vida consagrada ha estado presente en la tarea evangelizadora, prueba de ello, por mencionar algunos ejemplos, es la fundación en uno los poblados en la zona de Talamanca, en 1705, el principal punto de misión de aquella época por parte de los misioneros franciscanos recoletos, Fray Antonio de Andrade, Fray Pablo de Rebullida, Fray Lucas de Rivera y Fray Lucas Morillo , que consta está dedicado al Santo Patriarca, pues el pueblo se llama San José Cabécar. 

Luego, en 1748, los franciscanos recoletos fundaron, con indígenas cabécares, el también efímero pueblo de San José de Pejibaye "en las orillas del río Pejibaye", de nuevo honrando al Santo Patriarca.  En los primeros meses de 1756, se comienza la construcción de la iglesia y del convento que todavía se mantienen en pie en Orosi. A partir de ahí, tenemos toda la hermosa historia de la presencia de las distintas congregaciones y demás expresiones de vida consagrada.

En el marco de este Año Josefino, no puedo dejar de señalar cómo la vida consagrada de San José, ha de ser motivo de especial reflexión. Son muy significativas en este sentido las palabras del Papa Francisco "Todos pueden encontrar en san José ?el hombre que pasa desapercibido, el hombre de la presencia diaria, discreta y oculta? un intercesor, un apoyo y una guía en tiempos de dificultad".

Ustedes, hermanos consagrados, nos enseñan que la vida es inapreciable cuando se dona y se pone al servicio de los otros. Dios les bendiga por su presencia silenciosa pero efectiva en medio del mundo.



[1] Juan Pablo II, Exhortación Apostólica postsinodal Vita Consecrata, 25 de marzo de 1996, n.1

[2] Ídem

[3] Francisco, Vultum Dei quaerere, n.5