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Señor, yo escojo obedecer tu Palabra

Mons. José Rafael Quirós Quirós, Arzobispo Metropolitano


 

Bajo el Lema: "Conocer la Biblia es conocer a Cristo", inspirado en la enseñanza de san Jerónimo, este mes de setiembre celebraremos el XXVII Mes de la Biblia, un tiempo especial en el que pedimos al Señor que crezca en nuestros corazones el disfrute y la obediencia a su Palabra para encontrar en ella esa fuente de vida verdadera. 

 

El propio san Jerónimo preguntaba: "¿Cómo es posible vivir sin la ciencia de las Escrituras, a través de las cuales se aprende a conocer al mismo Cristo, que es la vida de los creyentes?"

 

El Papa Francisco nos sugiere: "Leamos algún versículo de la Biblia cada día. Comencemos por el Evangelio; mantengámoslo abierto en casa, en la mesita de noche, llevémoslo en nuestro bolsillo, veámoslo en la pantalla del teléfono, dejemos que nos inspire diariamente. Descubriremos que Dios está cerca de nosotros, que ilumina nuestra oscuridad? no dejemos empolvar la Biblia como si fuera un libro más".[1]

 

Sobra decir, y más aún en estos momentos de pandemia que enfrentamos, que todos los creyentes debemos meditar a diario la Sagrada Escritura pues acercarse a los textos bíblicos, sobre todo al Nuevo Testamento, es fundamental para todo discípulo. La Biblia, instrumento «con el que cada día Dios habla a los fieles se convierte en estímulo y manantial de la vida cristiana para todas las situaciones y para toda persona».[2]

 

En efecto, al sumergirnos en la Palabra, permitimos que, como a los discípulos de Emaús, el Resucitado mismo nos instruya con su mensaje consolador por el camino[3] y abra nuestros ojos y nuestro corazón para percibirlo cercano en todas las circunstancias de la vida, también, en los momentos de oscuridad y dolor, cuando las dudas pesan y la tentación del desánimo crece. 

 

Al contemplar, con enorme preocupación, cómo el COVID-19, además de alterar nuestras rutinas diarias, ha puesto en riesgo  la salud, por las presiones económicas y el aislamiento social a que nos hemos visto sometidos, genera, en un gran sector de la población, estrés, ansiedad, miedo y soledad, al punto de agravar trastornos de salud mental, como la ansiedad y la depresión, constato que la vida espiritual y, puntualmente la fe, igualmente están siendo puestas a prueba en medio de esta crisis.

 

 ¿Será posible aprovechar este momento histórico como una oportunidad para salir del letargo espiritual que muchos venían experimentando? Es necesario vivir esta crisis en espíritu de confianza y con un discernimiento mayor para descubrir la voluntad del Señor, entonces, ¿Cómo no hacer de la Palabra de Dios ese instrumento propicio para la meditación y el cambio de paradigmas de una sociedad que, poco a poco, ha olvidado sus raíces espirituales? 

 

"Es profundo el vínculo entre la Sagrada Escritura y la fe de los creyentes. Porque la fe proviene de la escucha y la escucha está centrada en la palabra de Cristo (cf. Rm 10,17), la invitación que surge es la urgencia y la importancia que los creyentes tienen que dar a la escucha de la Palabra del Señor". [4]

 

Volquemos nuestra atención a la Palabra del Señor pues la espiritualidad cristiana consiste en vivir según el Evangelio de Jesús. No hay que conformarse con simplemente oir o leer la Palabra de Dios, es necesario interiorizar el mensaje y dejarse transformar, que así sea en realidad norma para nuestra vida.

 

Animo a los agentes de evangelización y, en general, a las comunidades parroquiales a seguir incursionando en la búsqueda de opciones para el acompañamiento y la formación de los fieles, resaltando, en esta especial circunstancia, la importancia de seguir en la vida diaria la lectura, la profundización y la oración con la Sagrada Escritura.

 

 

 

 

 

 

 



[1] Papa Francisco, 26 de enero del 2020.

[2]  Benedicto XVI, miércoles, 14 noviembre 2007.

[3] Cf. Lucas 24,13-35

[4] Papa Francisco, CARTA APOSTÓLICA APERUIT ILLIS, n.7