El Papa recibió el anillo del pescador y el palio
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El
Sumo Pontífice aboga por una Iglesia unida, misionera y caritativa.
David
Mora, periodista
La
mañana de este 18 de mayo, Quinto Domingo de Pascua, el Papa León XIV presidió
la Santa Misa del Inicio de su Pontificado en la Plaza de San Pedro, en la cual
recibió las insignias papales del anillo del pescador y el palio.
Minutos
antes de comenzar la Misa, el líder de la Iglesia Católica hizo un recorrido
por la plaza en el papamóvil por primera vez. En la Eucaristía estuvieron
presentes las autoridades civiles y religiosas; por parte de Costa Rica estuvo
el ministro de Relaciones Exteriores y Culto, Arnoldo André Tinoco.
La
celebración eucarística comenzó con el Santo Padre bajando hasta la tumba de
San Pedro, acompañado por los patriarcas de las Iglesias orientales católicas, allí
se encontraban el palio y el anillo del pescador; que fueron tomados por dos
diáconos y llevados en procesión. Al estar puestos en la tumba se han
convertido en reliquias de tercer grado del apóstol San Pedro.
Luego
de la doble proclamación del Evangelio; una en griego y otra en latín, tres
cardenales le entregaron a León XIV las insignias papales: El Cardenal Mario Zenari;
de la orden de los presbíteros, el impuso el palio sobre la casulla, el
Cardenal Luis Antonio Tagle; de la orden de los obispos, le entregó el anillo
del pescador, y seguidamente el Papa bendijo a la asamblea con el evangeliario.
Una
vez entregadas las insignias, tuvo lugar el rito simbólico de la obediencia que
se le rindió al Santo Padre por 12 representantes de todas las categorías del
Pueblo de Dios.
Al
iniciar su homilía, León XIV saludó a los presentes con la frase de las
Confesiones de San Agustín: "Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón
está inquieto hasta que descanse en ti". Comenzó recordando a su predecesor, el
Papa Francisco, quien bendijo a Roma por última vez el Domingo de Resurrección,
falleció al día siguiente, y cómo esto hizo que los cardenales se reunieran en
el cónclave en el que fue elegido, siendo él "llamado a custodiar el rico
patrimonio de la fe cristiana y, al mismo tiempo, afrontar las preguntas,
inquietudes y desafíos de hoy".
"Fui
elegido sin ningún mérito y, con temor y temblor, vengo a ustedes como un
hermano que desea hacerse siervo de la fe y de la alegría, recorriendo con
ustedes el camino del amor de Dios, que nos quiere a todos unidos en una sola
familia...El ministerio de Pedro está marcado precisamente por este amor oblativo,
porque la Iglesia de Roma preside en la caridad y su verdadera autoridad es la
caridad de Cristo. No se trata nunca de capturar a los demás con prepotencia, propaganda
religiosa o medios de poder, sino siempre y únicamente de amar como lo hizo
Jesús", manifestó el 267 Sucesor de San Pedro.
El
primer deseo del Papa es una Iglesia unidad, "que se convierta en fermento para
un mundo reconciliado", en medio de la discordia generada por la violencia, el
odio y los prejuicios que perjudican a los más pobres y marginados.
"Queremos
ser, dentro de esta masa, un pequeño fermento de unidad, comunión y
fraternidad. Queremos decirle al mundo, con humildad y alegría: ¡Miren a
Cristo! ¡Acérquense a Él! ¡Acojan su Palabra que ilumina y consuela! ¡Escuchen
su propuesta de amor para convertirse en su única familia! En el único Cristo, somos
uno", indicó León XIV, quien abogó por una Iglesia con espíritu misionero,
llamada "a ofrecer el amor de Dios a todos, para que se realice esa unidad que
no anula las diferencias, sino que valora la historia personal de cada uno y la
cultura social y religiosa de cada pueblo".
León XIV citó la Encíclica Rerum novarum, de León XIII, quien lo inspiró para tomar su nombre, lo recordó invitando a la Iglesia universal a preguntarse si la caridad prevaleciera en el mundo "¿no parece que acabaría por extinguirse bien pronto toda lucha allí donde ella entra en vigor en la sociedad civil?".
"Con
la luz y la fuerza del Espíritu Santo, construyamos una Iglesia fundada en el
amor de Dios y signo de unidad, una Iglesia misionera, que abre los brazos al
mundo, que anuncia la Palabra, que se deja cuestionar por la historia, y que se
convierte en fermento de concordia para la humanidad. Juntos, como un solo
pueblo, todos como hermanos, caminemos hacia Dios y amémonos los unos a los otros",
finalizó el Papa en su predicación.
La
celebración eucarística continuó como de costumbre, finalizando con el "Regina
Coeli", cantado por el Santo Padre.
Fuentes: Vatican News y ACI Prensa.