Lo saludamos con amor filial desde la bendita tierra costarricense. Los pastores y el pueblo de Dios que peregrinamos en nuestro país oramos fervientemente por usted, implorando la protección maternal de la Santísima Virgen María.

Con inmensa alegría recibimos la noticia de su salida del hospital, le continuamos acompañando en esta etapa de convalecencia, implorando al Señor le siga fortaleciendo. Nos ha dado ejemplo de paciencia y confianza plena en Dios.

Le manifestamos una vez más, nuestra adhesión a su misión apostólica, querida por el mismo Señor para su Iglesia. Sus enseñanzas y testimonio de vida son una riqueza que apreciamos como un verdadero don de Dios.

Habiendo celebrado con inmensa alegría la solemnidad de San José, a quien Su Santidad ama y venera con especial devoción, oramos por el décimo segundo aniversario del inicio de su Ministerio Petrino.

Usted nos recordó aquel 19 de marzo de 2013, a ejemplo del Santo Patriarca, nuestro deber de custodiar, custodiar la creación, sentir respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el cual vivimos.

Unidos de corazón a su magisterio, reafirmamos la opción de la Iglesia en Costa Rica por quienes más nos necesitan en nuestra sociedad: los pobres, los niños, los enfermos, los ancianos y las mujeres, especialmente las víctimas de la injusticia y la exclusión.

Nuestro país pasa momentos difíciles. La violencia se ha instalado en sectores de nuestra sociedad, a veces sentimos, Santo Padre, que el mal nos sobrepasa, pero comprendernos que, aún así, "la esperanza no defrauda".

Por ello continuamos acompañando a las familias, a los jóvenes y a todos los que, de buena voluntad, aportan a la construcción del bien común.

Reiteramos los mejores deseos querido Santo Padre y, nuestro compromiso de comunión en la oración.

Transitando en este tiempo de cuaresma fijamos nuestra mirada en Cristo Resucitado, fuerza y certeza del triunfo del bien sobre el mal.