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Artículos

Las Bienaventuranzas

Seminarista Francisco Javier López Hidalgo. III FDMC

Al leer el pasaje sobre las bienaventuranzas me viene a la mente la frase que San José Sánchez del Río le pronunció a su madre para que lo dejara ir a luchar en nombre de Cristo: Nunca había sido tan fácil ganarse el cielo. Y es que verdaderamente el maestro enseña cómo ganarse el cielo, viendo aquella muchedumbre quiso enseñarles, el Señor está deseoso de enseñarnos el camino al cielo. Nos dice el Papa Francisco en la Audiencia General del 29 de enero del 2020:


Las Bienaventuranzas enseñadas por Jesús, nos revelan el camino a la felicidad, es decir, Su camino. Esto porque las Bienaventuranzas iluminan las acciones de la vida cristiana y revelan que la presencia de Dios en nosotros nos hace verdaderamente felices.

Jesús nos llama bienaventurados, calificando esta palabra a la propia persona de la que se está hablando; ¿Tenemos un verdadero deseo de ser bienaventurados, felices, dichosos? Puede ser tema de controversia, lo que implica ser un bienaventurado, pues estas enseñanzas, vienen a chocar con lo que el mundo dice que deberíamos aspirar; sería mucho más fácil hacer lo contrario a lo que el Señor está llamando a hacer, y tenemos la libertad para escoger, para elegir qué hacer, porque no hay nada más sabroso que poder tomar una decisión y ejercerla libremente, por ejemplo, una esposa no está obligada a amar a su esposo, pero ella ha tomado una decisión en su vida, y ha escogido libremente amarlo, y qué mejor expresión del amor aquel que no está condicionado, así se llega a un amor puro y sincero. Y ahora nosotros ¿Estamos dispuesto a ser bienaventurados con todo lo que ello implique? 

Las bienaventuranzas se podrían reflexionar en dos aristas, la primera sobre cómo podemos ser bienaventurados, y la segunda sobre los verdaderos bienaventurados, los verdaderos dueños del Reino de los Cielos, los pobres, los que lloran, los atribulados, los pacificadores, verdaderamente se cumple: Él me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva.

Siempre es bueno tomar el gentil ejemplo de la Santísima Virgen María. San Antonio de Padua en sus sermones la llama como La Bienaventurada, dichoso aquel vientre que llevó al Señor, fue de veras bienaventurado, porque cargó aquel que nos enseña cómo ser bienaventurados. La Virgen María siempre tendrá un ejemplo y modelo que garantizarnos; no tengamos miedo de tomarla como compañera en nuestro caminar, entre más cerca la tengamos, más nos acercará a su amado hijo, y así podremos verdaderamente ser bienaventurados.