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Arzobispo

Oídos abiertos, corazones transformados

Mons. José Rafael Quirós Quirós, arzobispo metropolitano de San José

El pasado 1° de enero, escuchamos en la liturgia la bellísima oración de bendición sobre el pueblo: El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz. (Nm 6, 24-26). 

San Juan en su evangelio nos dice: A Dios nadie lo ha visto jamás; el Hijo único, que es Dios y que está en el seno del Padre, nos lo ha dado a conocer (Jn 1, 18). El rostro del Padre lo hemos contemplado en Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre. 

Al iniciar este 2024, a la vez que reflexionamos sobre nuestras vidas y establecemos metas significativas, como creyentes somos invitados a escuchar en nuestro día a día las palabras de Jesucristo, como luz extraordinaria y sinigual para nuestro crecimiento personal. Abrirse a la escucha significa disponibilidad, docilidad, dedicación a Quien da sentido pleno a nuestra vida.

En Jesús, el Padre nos ofrece la oportunidad y el marco de referencia para vivir la condición humana en toda su profundidad. La relación con el Señor no es una vía de escape, sino una invitación a explorar y comprender lo más profundo de nuestro ser. Jesús se presenta como la guía interna que nos ayuda a enfrentar la realidad humana con autenticidad y plenitud.

 A manera de ejemplo, en momentos de oscuridad, Jesús nos da la oportunidad de enfrentar estas experiencias con esperanza y consuelo. Cuando nos enfrentamos a decisiones éticas o desafíos morales, Jesús es esa guía que invita a explorar lo más profundo de nuestros valores y principios, guiándonos hacia decisiones auténticas.

En momentos de crisis personal, la fe en Jesús no actúa como una vía de escape, sino como una fuente de fortaleza interna que invita a la introspección, ayudando a comprender las raíces de los desafíos y proporciona una base sólida para la superación personal.

Asimismo, la escucha del Señor influye positivamente en la forma en que nos relacionamos con los demás. En lugar de buscar relaciones superficiales o utilizar a otras personas Jesús nos guía hacia la autenticidad en nuestras interacciones, fomentando relaciones basadas en el auténtico amor, la compasión y el perdón.

En definitiva, la palabra de Jesús actúa como un sólido cimiento sobre el cual podemos construir nuestra vida. Él nos brinda la capacidad de afrontar nuestras debilidades, superar nuestras limitaciones y aprender de nuestras experiencias. En Él encontramos la fuerza para no solo resistir las tormentas de la vida, sino también para extraer valiosas lecciones de cada desafío, transformando nuestras crisis personales en oportunidades de crecimiento y madurez espiritual.

Si le escuchamos, descubrimos que el Señor nos ama. El camino para descubrir el amor del Señor es escucharlo. Entonces la relación con Él ya no será impersonal, fría o de fachada. Jesús busca una cálida amistad, una confidencia, una intimidad. Quiere donarnos un conocimiento nuevo y maravilloso: el de sabernos siempre amados por Él y por tanto nunca dejados solos a nosotros mismos.

En este nuevo año, quiero motivar a todos los fieles a que su existencia esté orientada hacia el encuentro con Jesucristo, que no es simplemente un sentimiento, sino un compromiso activo y transformador que afecta nuestras acciones y actitudes. 

Que la paz que Cristo nos ofrece llene nuestros corazones, y que sus palabras inspiren nuestras acciones, llevándonos a construir un año de esperanza, bondad y solidaridad. Que en cada paso que demos, encontremos la luz de Cristo iluminando nuestro camino y brindando significado a nuestras vidas. 

¡Feliz y bendecido Año!