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Obispo Auxiliar

Jesucristo: Rey y Pastor

Mons. Daniel Francisco Blanco Méndez

Celebramos con toda la Iglesia, en este último Domingo del tiempo ordinario, la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo.

Esta fiesta tiene como objetivo presentar a Jesús como rey soberano de toda la creación, es decir, como aquel que tiene supremacía sobre cualquier otro poder humano.  Pero este poder que ostenta Jesucristo se va a manifestar, según la palabra de Dios proclamada, en la figura del Pastor que es cercano a su rebaño, que lo cuida, lo protege lo apacienta e incluso da la vida por sus ovejas.

La figura del pastor es utilizada en la Sagrada Escritura para identificar a los que tienen la misión de liderar a los pueblos, tanto en el ámbito político como religioso.  Pero muchas veces, como lo manifiesta el profeta Ezequiel, este poder no fue bien utilizado, por lo que el Señor afirma que Él mismo asumirá el pastoreo de su pueblo, buscando a la oveja descarriada, curando a la enferma, robusteciendo a la débil y uniéndolas en un solo redil.

El profeta anuncia y promete la llegada de un Rey-Pastor, que tendrá todos estos gestos de cercanía con su pueblo y que será capaz incluso de dar la vida por su rebaño, porque se caracterizará por la entrega de su propia vida en favor de su pueblo.

Nosotros los cristianos sabemos claramente que este Rey-Pastor prometido por los profetas, es Jesús.  Él, con su predicación, con sus gestos milagrosos y principalmente con su muerte y su resurrección, cumple perfectamente esta misión.  Tal y como lo expresa San Pablo en la segunda lectura: el reinado de Cristo se manifiesta en el acontecimiento pascual, con el que aniquila todo poder del maligno, nos sana, nos salva, nos congrega y nos hace participar de su misma vida.

San Pablo afirma también, que el reinado de Jesucristo llegará a su plenitud al final de los tiempos, cuando se aniquile al último enemigo que es la muerte y todo sea sometido por Cristo y Dios sea todo en todos.

El evangelio de Mateo presenta ese momento culminante de la Historia de la Salvación, del que habla San Pablo, como el momento del encuentro de la humanidad con Cristo.  El rebaño que se reúne con su Pastor y éste lo hará pasar a su reino y participar de su misma vida.

Este encuentro, de la humanidad con Dios, que se dará en el momento culmen de la Historia de la Salvación, tendrá como fundamento el mandamiento del amor porque la humanidad será juzgada por su vivencia del amor.

Hemos escuchado en este pasaje evangélico, cómo Jesús "que se presenta como Pastor" reúne y juzga a su rebaño.  Jesús, Buen Pastor, llama a su rebaño en aquel momento culminante diciéndole:  vengan, entren al reino preparado, porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, era forastero y me hospedaste, etc. Y deja completamente claro que quien hace esto con los más pequeños lo hace con Él mismo, así nos lo recuerda el papa Francisco:  «Jesús se identifica no sólo con el rey pastor, sino también con las ovejas perdidas.  Podríamos hablar de una "doble identidad": el rey-pastor, Jesús, se identifica también con las ovejas, es decir, con los hermanos más pequeños y necesitados.  Y así indica el criterio del juicio:  se efectuará sobre la base del amor concreto dado o negado a estas personas, porque él mismo, el juez, está presente en cada una de ellas. Él es juez, Él es Dios-hombre, pero Él es también el pobre, Él está escondido, está presente en la persona de los pobres que Él menciona precisamente allí» (22.11.2020).

El modo en que Dios ha querido relacionarse con nosotros es la cercanía de su amor manifestado en su Hijo Jesucristo, el Rey-Pastor que nos ama, nos cuida, nos perdona, nos guía.  Asimismo, Él nos ha enseñado "con sus palabras y con su ejemplo" cómo debemos vivir, cómo debe ser nuestra vida si somos cristianos verdaderos; él nos enseña que debemos tratar al hermano de la misma manera que Él lo hace con nosotros.  La experiencia del amor se comparte, quien se sabe amado, ama, quien se sabe perdonado, perdona.  De ahí esta referencia tan clara de Cristo al decirnos que el auténtico amor a Él, se expresa en la capacidad de amar al hermano.

Y específicamente en los hermanos más pequeños, los más necesitados, los que son excluidos.  En ellos debemos ver el rostro de Cristo, debemos ver al mismo Cristo y amarlo con gestos solidarios y misericordiosos, a todos ellos debemos mostrarles la misericordia del Rey-Pastor que cuida, que sana, que acompaña y que da la vida por ellos.  Esto lo haremos con nuestra solidaridad y cercanía.

Jesucristo es Rey porque es Pastor y nosotros participamos de su reinado, porque desde el bautismo nos configuramos con Cristo, Sacerdote, Profeta y Rey.

Pidamos al Señor la gracia de manifestar, con nuestras obras de solidaridad y amor al hermano, el reinado de Cristo en este mundo peregrino y así un día poder participar del Reino Eterno de Cielo.