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Iglesia

María, discípula y madre ¡Muéstranos a Jesús!

Homilía de Mons. Juan Miguel Castro Rojas, obispo de San Isidro de El General, en la Solemnidad de Nuestra Señora de Los Ángeles, Patrona de Costa Rica

Amados hermanos en Cristo Jesús: 

Reciban un saludo muy cordial a quienes con devoción y respeto comparten esta celebración litúrgica de acción de gracias al Señor por permitir la mediación materna de la Santísima Virgen María a favor de la nación costarricense y del mundo entero.
A quienes han visitado en estos días a la Reina de Costa Rica, venidos desde las siete provincias de esta tierra de bendición, les bendecimos y les deseamos que el Señor Jesucristo les conceda su favor por medio de la intercesión maternal de la Madre de Jesús. 

Este dos de agosto celebramos los 388 años del hallazgo de la Venerable imagen de la Negrita, el signo religioso más esplendoroso de la fe y la piedad mariana de la Iglesia Católica de nuestro país, quien hace visible el amor profundo que tiene la Hija de Sion por esta tierra que tanto necesita hoy, como siempre, de la protección maternal y de la Beatísima Trinidad para conservar la vida humana, los derechos humanos fundamentales, la naturaleza, el bien común y una solidaria administración de los bienes del Estado para que todos los habitantes de Costa Rica vivan siempre con trabajo y en paz. 

Bajo el lema: María, discípula y madre ¡Muéstranos a Jesús! Hemos querido exhortarles a valorar a la mujer, bendita entre todas las mujeres, como la Madre del Hijo de Dios y discípula del Señor, como el camino para llegar a Aquél que nos dio la salvación y nos llama a vivir el mandamiento del amor. Por eso, le pedimos que nos muestre a Jesús. La principal motivación del por qué miles de fieles han venido este año al Santuario Nacional de la Reina de los Ángeles. 

Un lema que recorre la Palabra de Dios proclamada en este acontecimiento salvífico, pues conmemoramos la pasión, muerte y resurrección del Señor con esta asamblea santa reunida alrededor del altar, quien en la oración colecta le hemos pedido al Padre que, a imagen de María, la Iglesia, llena de amor, se entregue plenamente a la gloria de Dios, al servicio de los hombres y se manifieste como sacramento del amor de Dios. Tareas fundamentales que todos los creyentes cristianos, en general, y católicos, en particular, estamos llamados a vivir todos los días para la transformación y santificación del orden establecido, pues los signos que miramos a nuestro alrededor no son nada agradables a los ojos de Dios: violencia en las familias, hermanos asesinados a sueldo dejando sufrimiento en madres, esposas, hijos, muertes en carretera por imprudencia y falta de sensatez, ideologías contrarias a la ley natural y divina con decisiones políticas y sociales promovidas por cristianos católicos, desde el seno de familia hasta las estructuras más consolidadas de la Nación costarricense. 

Un lema que se resalta en la primera lectura proclamada del libro del Eclesiástico, María madre de Jesús. 

El autor sagrado nos recuerda que la Sabiduría de Dios habitará en nuestro pueblo para ser amada por todos; para que nos saciemos de sus frutos y disfrutemos de su heredad y así la recordemos para siempre actuando según sus preceptos. 
Esta Sabiduría se encarna en el seno virginal de María, haciéndola su Madre, y se llama Jesús, el Cristo, el Ungido por el Padre, quien nos exhorta a vivir un Evangelio convincente para respetar la voluntad de Dios sobre todas las creaturas, sentenciando: los que me escuchan no tendrán de qué avergonzarse y los que se dejan guiar por mí no pecarán. 

Una sentencia que, a primera vista, no se cumple a cabalidad de parte de muchos de nosotros, pues nuestra realidad nacional, e incluso internacional, carece de la escucha fiel de la voluntad de Dios: el mundo se debate entre la guerra y la paz, la injusticia y la justicia, la verdad y la mentira, el odio y el amor, el placer desordenado y el amor verdadero, lo banal y lo fundamental: niños agredidos por sus propios padres, ancianos abandonados por sus propios hijos, familias viviendo en condiciones infrahumanas mientras que otras en la opulencia gracias al narcotráfico y el blanqueado de capitales en perjuicio de la dignidad humana y el respeto a las leyes de la república. En este sentido, exhortamos a las autoridades civiles propiciar políticas estatales a favor de la seguridad social de los costarricenses para vivir en armonía los unos con los otros. 

Un lema que se resalta en el Salmo Responsorial cuando clamamos: vengan hijos y escúchenme: les instruiré en el temor del Señor. María, la madre y discípula, en su tiempo enseñó con su vida, su piedad, su palabra, el temor del Señor y hoy nos lo recuerda. El temor del Señor implica respeto y obediencia a Dios y del creyente actitudes cristianas como la adoración al Dios vivo y verdadero, la alabanza a su Nombre, el amor verdadero a un Dios justo y misericordioso y como consecuencia el Señor lo bendice copiosamente y nunca le faltará lo necesario. 

¿Nunca le faltará lo necesario? Se preguntarían algunos de ustedes y dirían "pero yo veo que hay hambre en Costa Rica, desempleo, explotación laboral, sexual, habitantes de la calle, mientras muchos comen poco, pocos comen mucho, entre otras situaciones" y que... ¿nunca le faltará lo necesario? 

Pues yo les digo: No es que Dios nos ha abandonado ni la madre de Jesús ha dejado de interceder por nosotros, sino que nosotros lo hemos abandonado, hemos cambiado su rostro por otros rostros de dioses falsos como la opulencia, la injusticia, la desobediencia, el poder para manipular las conciencias de nuestros niños, adolescentes y jóvenes con ideologías nefastas que promueven el libertinaje y el desorden social en perjuicio de la familia y la institucionalidad del Estado de derecho de nuestra República y cuyo origen está en la ausencia de Dios en la vida familiar y social de este país, por ejemplo, preferimos gastar dinero en campañas a favor de la anticoncepción en lugar de promover una sana convivencia afectiva y reproductiva, promover leyes defensoras de los derechos de los niños y adolescentes sin considerar sus deberes familiares y cívicos de manera equitativa. Signos reveladores que estamos alejándonos cada vez más de nuestro Dios. 

Un lema que se refleja en la segunda lectura del Apóstol San Pablo a los Gálatas, cuando él nos recuerda que Jesús nació de una mujer, nacido bajo la ley; para rescatar a los que estábamos bajo la ley, a fin de hacernos hijos suyos. Hijos de Dios por medio del Hijo, nacido de María, Nuestra Señora de los Ángeles; para ser herederos de los bienes celestiales y terrestres por voluntad de Dios. 

¿Qué significa ser herederos de los bienes celestiales y terrestres? Mis amados hijos, nos diría María, nuestra señora: son las gracias que Dios Padre por su Hijo en el Espíritu Santo da a cada uno y, yo como madre de ustedes, intercedo para que sean bien aprovechadas. Por ejemplo, se nos dio la salvación eterna, pero se comienza a vivir aquí y ahora; se nos da carismas, dones y ministerios para santificar el mundo y bienes terrenales para vivir con dignidad y en condiciones humanas para tener una excelente calidad de vida. Una tarea fundamental de todo creyente en el Dios de la Biblia. 

Un lema que se refleja en el santo Evangelio proclamado según San Juan. El evangelista nos regala una estampa bellísima de lo que significa el amor verdadero: la madre ante el hijo y el hijo ante la madre frente a la muerte y una muerte de cruz. 
Así María nos muestra a Jesús: crucificado por nosotros, por amor a la humanidad y Jesús nos muestra a María: traspasada por una espada en su corazón, por amor a la humanidad, mirando cómo la misma humanidad sacrifica al dador de la vida. Uno de los misterios más sublimes de nuestra fe: la sangre del cordero degollado que redime a la humanidad y le da una esperanza, no solo de vida eterna, sino de perdón y vida en abundancia aquí en este mundo. 

En la fe cristiana, el discípulo que recibe a María en su casa es signo de cada uno de nosotros que estamos llamados a recibir a María en nuestros corazones y entre los muros de nuestra casa y si la recibimos, recibimos también a Jesús, quien desea una nación diferente. Hoy hemos venido a la casa de la Madre y ahora le pedimos que ella se vaya con nosotros a nuestras casas y se lleve a su Hijo, ¿para qué? Para que construyamos una nación digna para todos los costarricenses y quienes vienen de otras latitudes a vivir entre nosotros, para que las autoridades gubernamentales legislen a favor de los ciudadanos, los administradores sean honestos en la toma de decisiones, los jueces sean justos en la aplicación de las leyes, los líderes religiosos anuncien un Dios de justicia, amor y paz, los líderes sindicales aporten al desarrollo y promoción de la persona humana y su dignidad, los educadores y padres de familia promuevan una educación de calidad y una exigencia académica capaz de responder a los desafíos de la actualidad, entre otros. 

Amados hermanos, hemos recorrido un camino de meditación; hemos meditado en la palabra de Dios y reflexionado, desde nuestra realidad nacional e internacional, sobre situaciones que debemos mejorar según la vocación y misión de cada uno de nosotros. El que tiene la autoridad, que actúe según su autoridad, quien toma las decisiones que lo haga con veracidad y honestidad y que todos nosotros busquemos siempre el bienestar de la Nación bajo el límpido azul de su cielo y con el patronato santo de Nuestra Señora de los Ángeles. Amén.