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Iglesia

Jesús caminó por la capital

Procesión eucarística se realizó en el centro de San José

·  Arzobispo pidió no perder sensibilidad por los misterios sagrados

 

David Mora, periodista.


El segundo domingo después de Pentecostés, en muchos lugares del mundo se celebra la Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo, Costa Rica no es la excepción, por ello este domingo 11 de junio en todo el país se realizaron procesiones eucarísticas por las diferentes calles. En San José, el Santísimo Sacramento fue llevado alrededor del Parque Central.

La procesión eucarística de esta solemnidad es una opción que la liturgia ofrece al final de la celebración para que los fieles adoren el misterio de la presencia de Jesucristo en las especies del pan y el vino consagrados en cada misa. En la Catedral Metropolitana Santuario Nacional San José, la celebración de las 9 de la mañana fue en la que se realizó esta acción, el arzobispo metropolitano de San José, Monseñor José Rafael Quirós, fue el encargado de presidir, acompañado del prefecto de la Catedral, el Padre German Rodríguez y el Padre Luis Diego Sáenz en la concelebración, ambos miembros del Cabildo Metropolitano.

El prelado inició su homilía recordando los orígenes de esta celebración en Bélgica, específicamente en Liège, de donde se fue extendiendo por diferentes regiones como devoción, hasta que el Papa Urbano IV la instituyó oficialmente en 1264, y el Concilio de Trento la rectificó como respuesta a la reforma protestante que acababa de surgir pocas décadas atrás, y que se posicionaba en contra de algunos dogmas de la Iglesia Católica.

"Creemos firmemente que en verdad Cristo está presente en las especies del pan y del vino consagrados, que por la acción del Espíritu Santo ese pan y ese vino se convierten en el Cuerpo y en la Sangre del Señor. Esta es nuestra fe, y por lo tanto no decimos, no manifestamos en forma alguna de que en el pan y el vino se representa el Cuerpo y la Sangre del Señor; sino que lo afirmamos, está presente el mismo Señor. Y por ello es que celebramos con gran alegría hoy esta solemnidad y ese mismo gozo debemos experimentarlo siempre al celebrar los santos misterios", manifestó Monseñor Quirós.

Monseñor Quirós recordó que en cada celebración eucarística sucede en el altar el mismo misterio que pasó en el calvario cuando Cristo fue crucificado, por lo que motivó a que los fieles no pierdan la sensibilidad por lo sagrado cada vez que están presentes en la misa. También hizo mención de que la Eucaristía une a las personas en una relación estrecha con Cristo y une a todos los fieles en una sola comunidad.

"Cuando comulgamos encarnamos el sentido de la muerte y resurrección de Cristo, estamos comulgando con la cruz. De esta manera, al recibir el Cuerpo de Cristo, nos hacemos uno con él y qué importante es que cualquier otro alimento es asimilado por nuestro cuerpo; pero al recibir el Cuerpo y la Sangre del Señor, somos nosotros lo que somos unidos estrechamente a él, somos asimilados al Señor, él nos hace suyos, nos hacemos uno con Cristo crucificado, uno con Cristo que se ofrece al Padre", afirmó el arzobispo.

Después de la predicación, la Santa Misa continuó con normalidad hasta después del momento de comulgar, pues se expuso el Santísimo Sacramento y fue llevado por el arzobispo en medio de incienso, cantos, cubierto por el palio y con niños que le tiraban flores a su paso por la nave central del templo catedralicio, salió por el atrio y rodeó el Parque Central tomando la Calle Central Alfredo Volio, dobló por la Avenida #4, tomó la Calle #2, se posicionó sobre la Ruta Nacional Primaria 2 y volvió a tomar la calle Alfredo Volio para reingresar a la Catedral Metropolitana.

Tanto el prelado como los sacerdotes concelebrantes llevaron a Jesús Sacramentado en diferentes trayectos del recorrido, cuando regresaron al templo el Santísimo fue expuesto en el altar, Monseñor Quirós lo tomó para dar la bendición final con él, se hicieron las alabanzas a la Eucaristía y la celebración finalizó con un diácono reservando la hostia consagrada en el sagrario del altar dedicado al Sagrado Corazón de Jesús.