Responsive image

Artículos

Renovar la experiencia de Pentecostés

Carlos Natanael Navarro Monestel, III Formando Discípulos Misioneros de Cristo, Diócesis de Cartago.

El capítulo dos del libro de los Hechos de los Apóstoles describe detalladamente los acontecimientos experimentados por la comunidad de los discípulos de Jesús, cincuenta días después de su gloriosa Resurrección; es decir, la venida del Espíritu Santo. Este hecho no se debe considerar como una experiencia aislada de la Iglesia en sus orígenes o un simple evento histórico a conmemorar, sino como una experiencia de fe que debe ser renovada constantemente por la totalidad de los miembros de la Iglesia de hoy.

Lo primero que el texto sagrado señala es que los apóstoles estaban juntos en un mismo lugar. Por lo tanto, Pentecostés es una experiencia comunitaria y no individualista porque el Espíritu Santo, si bien es cierto, se posó sobre cada uno de ellos, lo hizo en tanto permanecían unidos y en oración. Esa misma unidad y oración de los apóstoles debe ser vivida y fortalecida en la Iglesia de hoy; en la cual, lamentablemente, ciertos grupos organizados con ideologías tergiversadas y tendencias separatistas pretenden segmentar la Iglesia según lo que a cada uno le agrade y convenga. 

Seguidamente se indica que se llenaron todos del Espíritu Santo. Esto solo fue posible porque el Espíritu encontró espacio. Surge la interrogante para los creyentes de hoy ¿tengo espacio para Dios en mi vida? ¿Qué cosas debe sacar de mi vida para que dar espacio a Dios? Es válido hacerse esta pregunta considerando que la sociedad actual impone en sus habitantes estilos de vida tan cargados de obligaciones, preocupaciones, afanes, estándares, modas y otras, que sumadas no dejan espacio para que entre Dios.

Como efecto inmediato de la acción del Paráclito, los apóstoles comenzaron a evangelizar porque gracias al Espíritu fueron superando los obstáculos a los que se enfrentaban como el miedo, porque recibieron la gracia que los impulsaba; la barrera del idioma; porque recibieron el don de expresarse en lenguas extranjeras y así muchos más.  Sin embargo, hoy continúan los obstáculos para la evangelización aún subsiste el miedo a la entrega, al sacrificio, a la crítica, a la persecución y lógico a la muerte. Existen además los obstáculos de la indiferencia religiosa, el secularismo, el ateísmo, el protestantismo, el sincretismo entre otras. 

Teniendo plena conciencia de las anteriores circunstancias que dificultan la misión evangelizadora de la Iglesia, resulta urgente que cada creyente viva la experiencia de Pentecostés no como un simple recuerdo histórico, o una misa más de precepto; sino como una experiencia de vida que transforma e impulsa a ir adelante, sin miedo, superando toda adversidad para poder   llevar el mensaje de Cristo a todos sus hermanos, especialmente a los mas alejados. Que sea capaz de hacer de su vida un testimonio convincente de su experiencia con el Resucitado para que cuantos interactúen con el también crean y tengan fe en Jesucristo y se conviertan en auténticos discípulos suyos.