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Adviento, tiempo de preparación

Diego Monge Navarro - III Formando Discípulos Misioneros de Cristo - Diócesis de Cartago

Luego de haber celebrado junto a toda la Iglesia la Solemnidad de Cristo Rey del Universo el pasado domingo, en donde con todo el paso de un año se fue caminando poco a poco durante todos los tiempos litúrgicos; para llegar ahora así, al inicio de un nuevo año litúrgico, que inicia, este próximo domingo, con el I domingo de Adviento.

Si se va un poco a la raíz etimológica de la palabra adviento esta proviene del latín «adventus», que literalmente significa venida. La Iglesia también lo ve como un tiempo de gracia, de esperanza, lleno de amor, y de alegría, en donde en conjunto con la Iglesia, los fieles laicos se preparan para el nacimiento de Cristo. Acontecimiento que, dentro de la fe, es sumamente importante y que se celebrará en la Fiesta de Navidad. Por eso, este tiempo es de suma interiorización y profundidad, para preparar cada uno su corazón de la mejor manera posible.

Se podría vivir este tiempo de adviento con todos los signos que en él existen, tal y como lo es la corona de adviento, en donde cada familia se reúne y toma un espacio de tiempo del domingo, para poder encender la velita correspondiente y a su vez ir preparando su corazón, para esa fiesta que todos estamos invitamos a vivir.

También el hecho de que la forma sea circular significa pues que no tiene principio, ni fin, relacionándolo así con el amor de Dios, el cual es eterno. La luz de las velas representa la luz de Jesucristo, y el color verde representa la esperanza, la vida. 

Por esa razón los textos litúrgicos para ese día invitan a estar en alerta, estar preparados. La invitación del evangelio es clara, que el hombre encamine su vida al encuentro con Cristo, pues, aunque no se sepa el día y la hora en la que el Señor vendrá, la fe vigilante y la fidelidad permanente pueden hacer que la vida del hombre sea llevada hacia la salvación eterna, a pesar de que en la realidad actual los acontecimientos humanos (guerras, violencias, injusticias, etc.) hagan que se crea que no existe tal salvación, todo cristiano, debe de tener cuidado y tener su fe y vigilancia esperanzada en el Señor.

Como decía San Juan Crisóstomo: en medio de la oscuridad no puedes distinguir al amigo del enemigo, todo cristiano debe de invitar a Jesús a su vida, a que Cristo sea esa luz que lo ilumine, que le dé la claridad necesaria para así saber a donde ir, de quien apoyarse, donde buscar ayuda.

Por eso, el hombre en este adviento ha de reaccionar en medio de tanta perdición, buscando la manera de ver todo, a través de Cristo, en donde realmente el hombre se interpele, se haga responsable de sus actos y ame. Es así como realmente el corazón se prepara para salir al encuentro de Cristo.