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Arzobispo

Reconciliación y fraternidad

(VIDEO) Mons. José Rafael Quirós Quirós, Arzobispo Metropolitano


Con dolor y preocupación, observamos que en nuestro querido país existe una gran fragmentación social. Desafortunadamente, de forma estratégica dicha ruptura se ha promovido desde diversos flancos, haciendo de nuestra sociedad un "combinado" de grupos aislados o emergentes, cada uno de ellos demandante de nuevos modelos de socialización; no siempre para interactuar en conjunto, sino para promover una abierta confrontación plagada de prejuicios y  descalificaciones cruzadas. 

 Se podría pensar que la fragilidad y atomización partidaria es expresión de este fenómeno. Los ambientes políticos desoyen el clamor popular y los sujetos de consensos no se reconocen entre sí, antes bien,  se ven como enemigos y no como aliados en una causa común. Esta ruptura se  exacerba en tiempos electorales teniendo en cuenta la dispersión ideológica y la "mega" oferta de partidos nuevos y  tradicionales en contienda. Olvidamos que la vida en democracia se nutre de la interacción de los grupos, lo otro está más cerca del enfrentamiento.

Este desafío no es sólo nuestro, en efecto, el Papa Francisco denuncia como los sentimientos de pertenencia a una misma humanidad se debilitan y  el sueño de construir juntos la justicia y la paz en el mundo suena a utopía trasnochada: "El aislamiento y la cerrazón en uno mismo o en los propios intereses jamás son el camino para devolver esperanza y obrar una renovación, sino que es la cercanía, la cultura del encuentro. El aislamiento no, la cercanía sí. Cultura del enfrentamiento no, cultura del encuentro, sí."[1]

Hagamos que esa Cultura del Encuentro sea posible en Costa Rica. Seguimos sin un "proyecto país", sin un modelo eficiente que pueda ser asumido y sostenido en el tiempo, no terminamos de encontrarnos, al contrario, los olvidos, las divisiones y las exclusiones se potencian día a día. En apariencia, no hay principios ni valores comunes, no hay conciencia histórica,  incluso,  se percibe cierta permisividad para burlarse de las creencias y valores que otras personas aprecian y promueven.

 El arraigo común se ha minado, y como lo vimos, ni siquiera la celebración del Bicentenario de nuestra Independencia logró restaurar, un tanto, nuestra base social. Es necesario recuperar nuestra propia identidad cultural como país.

Es evidente que "No existe peor alienación que experimentar que no se tienen raíces, que no se pertenece a nadie. Una tierra será fecunda, un pueblo dará fruto y podrá engendra el día de mañana, sólo en la medida que genere relaciones de pertenencia entre sus miembros, que cree lazos de integración entre las generaciones y las distintas comunidades que la conforman".[2]

Es importante que quienes aspiran a puestos políticos emprendan esta ruta del encuentro que, en la práctica, ya podemos discernir a partir de sus propios discursos y actitudes. Sin un proyecto para todos como nación no puede haber esperanza. La buena política se expresa en la capacidad de apertura a todos, esa es la verdadera "inclusión", no la de los fundamentalismos ideológicos, sino la que opere siempre en favor de considerar a la persona humana como fundamento y fin de la comunidad política, además, de la búsqueda del Bien Común. 

Animo a todos  los ciudadanos y a las agrupaciones políticas a cultivar  muchos gestos, obras y caminos de reconciliación y amistad social, de cooperación e integración. La polarización y el fanatismo nos están asfixiando y sólo el verdadero diálogo social nos conducirá a una Costa Rica más justa y unida. La polarización y fragmentación social como estrategia se oponen totalmente al verdadero progreso.



[1] Papa Francisco, Fratelli Tutti, 3 de octubre de 2020, n.30

[2] Papa Francisco, Fratelli Tutti, 3 de octubre de 2020, n.53