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Iglesia

El Señor padece con nosotros

(VIDEO) Mons. Daniel Blanco, XV Domingo del Tiempo Ordinario


Una de las figuras más utilizada en el Antiguo Testamento es la de la es la figura del pastor.  El nombre de un oficio que consiste en el cuidado de rebaños de ovejas, se ha utilizado para atribuírselo a quienes tienen la responsabilidad de cuidar al pueblo, de protegerlo, de ayudarle en el cumplimiento de la alianza y de guiarlo hacia Dios, responsabilidad que recaía en los reyes, los ministros, los profetas y los sacerdotes.

Precisamente, esta es la crítica que hace el Señor por medio del profeta Jeremías a los pastores del pueblo.  Los reyes, los profetas de corte, los ministros y a los sacerdotes, se han preocupado más por sus propios intereses que por apacentar, proteger, acompañar y llevar de la mano al pueblo elegido.

Por esta razón nace la promesa que el Señor hace por medio del profeta:  Vendrá un pastor, descendiente de David, que cumplirá con todo lo que corresponde a un verdadero pastor.  Es decir, este Pastor va a llevar de la mano al pueblo hacia el encuentro con el Señor, lo cuidará, lo protegerá y será capaz, incluso, de dar la vida por ellos.

Para nosotros los cristianos queda claro que el cumplimiento de esta promesa se da en la persona de Jesucristo.  Él es el Buen Pastor, el que cuida de su pueblo, que lo protege, lo instruye, se compadece y da la vida él.

La promesa cumplida, la esencia del Buen Pastor irradiada por Cristo, es reconocida inmediatamente por el pueblo.  Por eso es que la multitud sigue al Maestro, aun cuando él decide apartarse a un lugar retirado para estar en oración con su Padre, lo acompañan sólo los apóstoles que han llegado de su primera misión,  a quienes lleva a un lugar aparte para que ellos también descansen (es Buen Pastor también con sus apóstoles).

La multitud reconoce al Buen Pastor y no lo quiere perder.

Ante esta realidad, nos dice el evangelio, Jesucristo se compadece porque aquel pueblo es como un rebaño que no tiene pastor.

Es decir están abandonados, no tiene quien los cuide, quien los guíe, quien los proteja, quien los ayude a cumplir la Alianza ni quien los lleve al encuentro con el Señor.

La compasión de la que habla el evangelio nunca es sentir lástima.  Dios nunca siente lástima por nosotros, porque la lástima no mueve a la acción.  El señor, se compadece, es decir padece con nosotros, se pone en nuestros zapatos y eso mueve su corazón, mueve sus entrañas amororosa, para acercarse aquel pueblo que sufre, alimentarlo con su palabra, alimentarlo con el pan (como escucharemos la próxima semana), cuidarlo y en el momento culmen de la historia de la salvación, dará su vida para que este pueblo tenga vida y vida en abundancia.

La compasión de este Buen Pastor es tal, que es capaz de entregarse totalmente por su rebaño, que es la humanidad entera, la cual recibirá como don, la salvación que Él con su muerte y su resurrección ha traído para todos.  Es el Pastor que apacienta, cuida y lleva a su rebaño al encuentro con el Padre.

Así lo deja claro Pablo en la carta a los Efesios cuando nos dice que los que antes estaban lejos, ahora están cerca, en virtud de la sangre de Cristo.  El acontecimiento pascual nos acerca a Dios y nos une como un único rebaño con un único Pastor.

Esta palabra hoy llena de esperanza nuestro corazón, porque asegura que nuestra vida en las manos de Cristo va a superar todo aquello que nos aparta de Dios.  Él cumplirá su misión de Pastor al guiarnos hacia la casa del Padre y, mientras peregrinamos hacia esta morada, Él cuida cada uno de nuestros pasos, alimentándonos con su palabra y con el pan.

Por esto la Eucaristía es el encuentro culmen con el Buen Pastor, en ella a quienes Cristo ha asociado a su misión de pastorear, enseñan en su nombre y distribuyen el Pan Eucarístico, para fortalecer el camino hacia la casa del Padre.

Que la experiencia del encuentro con el Buen Pastor, nos haga, también a nosotros, compasivos, guardianes y auténticos compañeros de camino de los hermanos, para que así, este rebaño que tiene al mismo Cristo como Pastor, sea cada vez más unido y solidario.