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El mensaje de Fátima es para nuestros días

P. Andy Rodríguez F, E.P HERALDOS DEL EVANGELIO

Este 13 de mayo llegamos a conmemorar el 104° aniversario de las apariciones de Nuestra Señora en Fátima, lejos de ser una simple conmemoración, es un motivo para meditar sobre la relación de este Prodigioso evento con los tiempos actuales. 

La Virgen en 1917 había advertido a los pastorcitos acerca de los trágicos acontecimientos que se darían si la humanidad no hacía caso a sus avisos: la Segunda Guerra Mundial -1938 a 1945- y la expansión de los errores del comunismo ateo. Ella pedía de manera maternal e insistente, la conversión; pues de lo contrario, se desencadenarían persecuciones contra la Iglesia y grandes calamidades, de la humanidad dependería atraer sobre sí el perdón. 

Este mensaje de la Reina del Cielo se podría resumir en una frase de la Escritura: "Mira: hoy pongo delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal" (Dt 30,15). Ella recuerda al mundo los llamamientos de su Divino Hijo: "se ha cumplido el tiempo y está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed en el evangelio". (Mc 1, 15).

Pasados 104 años, en este convulso 2021 en medio de una pandemia que a postrado al mundo y una sociedad sumergida en el caos debido a la decadencia de valores y principios, podríamos cuestionarnos: ¿qué camino siguió la humanidad? ¿El estrecho, noble y luminoso que conduce a la vida? ¿O el ancho, inclinado y tenebroso que conduce a la muerte? Cualquier buen católico tiene respuesta a estas preguntas.

Teniendo estos presupuestos sin duda se asoman nuevas interrogantes en nuestro pensamiento: ¿Qué ocurrirá? ¿Cuál será el futuro de nuestra civilización contemporánea? Sin duda queda al descubierto un aura de misterio entorno al mensaje de Fátima en relación con la situación del mundo de hoy.

Sin embargo, mas allá de cualquier panorama catastrófico que se pueda evidenciar, es necesario tener ante nuestros ojos el amanecer de un sol de esperanza. Sí, porque el decreto divino anunciado por Nuestra Señora en Fátima fue el de la gloriosa victoria: "Por fin, mi inmaculado Corazón triunfará". 

Es necesario desear con todo fervor ese triunfo del Inmaculado Corazón de María, triunfo que sin duda alguna se debe de dar en todos los ámbitos de la sociedad, triunfo que debe iniciar en nuestros corazones, triunfo que se traduce en conversión, que al mismo tiempo implica un cambio en nuestras costumbres y por lo tanto en nuestras mentes, para así poder seguir la recomendación que la Virgen también nos dio en otra ocasión, esta vez en las Bodas de Caná: "Haced lo que él os diga" (Jn 2, 5).