Responsive image

Iglesia

Un día en la vida de Jesús

(VIDEO) Mensaje de Mons. Daniel Blanco Méndez, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de San José

Hemos venido escuchando en  últimas semanas, cómo Jesús inicia su ministerio público predicando la llegada del Reino de los cielos. Este Reino, es la cercanía, la misericordia y la ternura de Dios, revelado por Cristo como Padre que ama a la familia humana. 


Hoy, este anuncio del Reino se materializa, se hace concreto, en las acciones realizadas por Jesucristo y que San Marcos nos presenta. La narración del evangelio proclamado, presenta un día en la vida de Jesús. 


Después de predicar en la sinagoga, como nos relataba el evangelio del domingo anterior, Jesús va a manifestar la cercanía de Dios con su pueblo, en el gesto de visitar a una familia, específicamente la casa y la familia de Pedro.


En esa casa descubre que la suegra de Pedro está enferma; y esa cercanía de Jesús, manifestada en la visita a esta familia, se concretiza aún más con la compasión que siente ante la enfermedad y el sufrimiento de esta mujer y el signo milagroso con el cual le regala la salud. 


Estos signos, que concretizan la presencia del Reino entre nosotros, van más allá de la visita y del milagro en la casa de Pedro. Los signos milagrosos que realiza Jesús curando a tantas personas que llegaron buscando el consuelo y la misericordia de Dios para sus situaciones de dolor, ponen de manifiesto la cercanía, la misericordia y la compasión del Padre que en su Hijo Jesucristo, instaura su Reino en medio de su pueblo. 


Esta cercanía y misericordia de Dios por cada uno de nosotros va a permitir que los creyentes tengamos una perspectiva distinta a la del AntiguoTestamento, ante las situaciones de sufrimiento que podamos experimentar. 


Job, en la primera lectura, manifiesta que su vida, llena de situaciones dolorosas y trágicas, parece no tener sentido, precisamente porque todo parece ser dolor y miseria. Pero con la revelación de Cristo en el Nuevo Testamento, se manifiesta claramente que el Señor, como lo hizo con la suegra de Pedro y con todos los demás enfermos que quedaron sanos, es capaz de levantarnos y enseñarnos que el auténtico camino cristiano, ciertamente tiene dolor, dificultad y momentos de sufrimiento, pero que esas situaciones de dolor no tienen la última palabra; la meta es clara: es dejarnos levantar por Cristo, aún más, traduciendo literalmente el verbo griego utilizado por San Marcos, es dejarnos resucitar por Él y participar de su vida, la cual será plena al llegar a la eternidad, pero que se vive y construye desde nuestro peregrinar en este mundo en el que se nos invita a colaborar en la instauración del Reino, tal y como lo hizo la suegra de Pedro, que fue levantada por Jesús y de inmediato se puso a servir. 


Esta es la experiencia también de Pablo, él se encontró con Jesús camino a Damasco, su experiencia con Cristo, lo levantó de la ceguera y lo capacitó para ser el apóstol de los gentiles. En la segunda lectura, Pablo manifestaba «Ay de mí, si no anuncio el Evangelio», porque quien experimenta los regalos del Reino, no puede ni debe callar. 

Hoy, este compromiso es de todos los que somos bautizados, porque todos experimentamos la misericordia y la cercanía de Dios. Él constantemente sigue saliendo a nuestro encuentro, nos hace levantarnos "resucitar con Él" y nos invita a que sirvamos en la construcción del Reino, sirviendo a Dios y sirviendo a los hermanos. 

Dios sigue contando con nosotros, para que los hermanos puedan experimentar la cercanía del Padre, la cercanía del Reino, gracias a los signos concretos de misericordia, compasión y solidaridad que nosotros podamos realizar con aquellos que más sufren. 

Esto debe ser fundamental, en la situación que estamos viviendo, ya que en la crisis actual y en medio de las situaciones de dolor que ésta ha provocado, hay muchos hermanos que están pasando dificultad y somos nosotros los llamados a seguir construyendo el Reino de Dios, que muestre, especialmente a estos hermanos que están sufriendo, la cercanía, la misericordia, la compasión y la ternura del Padre, gracias a la solidaridad de quienes somos sus hermanos y estamos llamados a darles una mano para que puedan levantarse. 

Todo esto Jesús lo hace, con la fuerza de la oración. Al final del día, se retira al desierto a orar a su Padre. Que también nosotros, busquemos en la oración, la fuerza necesaria para responder con fidelidad a este compromiso de construir el Reino en medio de los hermanos.