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Creer en Cristo es mostrarse cristiano

Mons. Daniel Francisco Blanco, obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de San José. V Domingo de Pascua

Hace cinco semanas iniciamos el caminar del tiempo de Pascua con la solemne Vigilia Pascual, en la cual todos los creyentes manifestamos la alegría de la Resurrección del Señor y renovábamos con gozo nuestras promesas bautismales, porque la Pascua de Cristo es nuestra Pascua, ya que por el bautismo nos incorporamos a Cristo, nos incorporamos a su muerte y a su resurrección. Y cuando decíamos, en esa profesión de fe, que creemos en Dios, en Cristo, en el Espíritu Santo y en la Iglesia, nos estamos comprometiendo a vivir según las enseñanzas del Señor Resucitado. 

Por eso la enseñanza de la Palabra de Dios en estos días pascuales, nos quiere recordar ese compromiso que el bautizado tiene, compromiso que nace del estar incorporados a Cristo y por tanto de participar de su único sacerdocio y formar parte de su única Iglesia. Un compromiso que nace del creer en Cristo, porque creer no es sólo un ejercicio del raciocinio, sino que creer en Cristo es mostrarse cristiano. 

Es lo que nos recordaba San Pedro en la Segunda Lectura, somos piedras vivas de este edificio espiritual que es la Iglesia, donde Cristo es la piedra angular, participamos del sacerdocio real de Cristo y con nuestras acciones (oraciones, sacrificios espirituales, obras de misericordia) iluminamos las tinieblas del mundo. 

El seguimiento de Cristo, Camino, Verdad y Vida, título que el mismo Señor se impone en el Evangelio, implica esa radicalidad evangélica del servicio al otro, de la misericordia por el otro. No puede haber vida cristiana sin esa entrega al prójimo que se traduce en solidaridad, caridad, servicio, perdón, compasión, misericordia y que es la esencia de Dios, porque Dios es amor. 

Por eso la primitiva comunidad cristiana, guiada por el Espíritu Santo, se da cuenta que existe un descuido en esta materia, no había una adecuada atención en la caridad hacia aquellos que en ese tiempo eran más vulnerables, viudas, niños y extranjeros. De esto nace el ministerio del servicio, el diaconado, que tiene como objetivo sacramentalizar la caridad, sacramentalizar el servicio, es decir, hacer visible y concreto "aquí y ahora" el amor de Dios con el gesto de servir al más necesitado. Un elemento que no puede ser accesorio en la vida cristiana, sino que debe ser parte esencial de todo aquel que dice creer en Dios y profesar la fe en Jesucristo, Vivo y Resucitado. 

En el final del Evangelio el mismo Jesús lo dice «el que crea en mí, hará las obras que hago yo y las hará aún mayores». 

Hermanos, repito lo que decía al inicio, desde que iniciamos este tiempo de Pascua, hemos renovado nuestro compromiso bautismal, hemos dicho que creemos en Dios y en las demás verdades reveladas. Pero ese creer, como nos recuerda la palabra de este Domingo, debe traducirse en compromiso de servir al hermano, en mostrarnos cristianos y en hacer las mismas obras de Cristo. 

Repetíamos en el salmo 32 que El Señor cuida de aquellos que lo temen. Y aunque experimentamos de muchas maneras cómo el Señor nos cuida, desde siempre Él ha confiado en la humanidad, ha confiado en cada uno de nosotros, para que seamos nosotros quienes cuidemos al hermano más vulnerable, para que seamos ese sacramento de la misericordia de Dios con el prójimo, para que hagamos visible cuánto Dios ama al género humano. Tenemos una responsabilidad, moral, social, y principalmente una responsabilidad cristiana en el cuidar al prójimo. 

Somos piedras vivas que construimos la Iglesia, seguimos a Cristo, Camino, Verdad y Vida, le hemos dicho al mundo en esta Pascua que creemos en Dios. Pidamos al Señor, como lo hemos hecho en la Oración Colecta, que el bautismo nos haga abundar en frutos buenos, en frutos de buenas obras, que Él siga regalándonos su Gracia, para que cada día podamos configurarnos más con él y que todo esto que el bautismo nos ha regalado, lo traduzcamos en un auténtico servicio al hermano, que haga creíble el nombre de cristianos que se nos ha dado con el bautismo.